
Es posible que en la década de los setenta hayan perecido no sólo las instituciones democráticas, sino también la cultura, la mentalidad y los valores sin los cuales el gobierno democrático puede que funciones, pero sólo a medias. En efecto, primero tambalearon estos intangibles de la democracia, antes que el gobierno constitucional. los ideales democraticos, entendidos como un procedimiento puesto al servicio de la libertad de las personas, había nacido sin la fuerza de las democracias anglosajonas. El liberalismo había llegado a nuestro continente no a través de Locke, Burke o Adam Smith, sino de la mano de Comte y de Rosseau. Los énfasis, en consecuencia, priviligiaron por una parte, modelos constructivistas basados en la certeza de una verdad única y comprobable; y por la otra, la idea de la soberanía popular sin límites. Más tarde. ellos, los ideales democráticos, fueron avasallados desde la izquierda por el marxismo, la lucha de clases, la dictadura del proletariado y todo un encanto hostil a la "democracia burguesa". Desde la derecha, por una poderosa corriente intelectual antiliberal, antipartidos políticos y de cuño corporativista. Finalmente, desde la otra trinchera que estuvo dispuesta a sacrificar las instituciones en aras de logros eficientes en la economía y en la superación de la pobreza.
Estas reflexiones me surgen muy a menudo y me volvieron a azotar no hace mucho cuando en una misma página del diario leía, por una parte, que el Secretario General de Gobiernoreprochaba con virulencia e indignación moral a la oposición por no apoyar la mantención del alza del IVA para financiar el aumento de las pensiones. Por la otra , un alto dirigente de la derecha se asombraba con temor porque el gobierno, al parecer, quería imponer sus mayorías sin concesiones ni negociaciones con la oposición.
La pregunta es ¿en virtud de que precepto democrático cree un funcionario de gobierno que es obligación de una oposición apoyar las políticas del gobierno? ¿ En qué democracia avanzada es ello exigible? Y, por el contrario, ¿ qué es la democracia sino el gobierno de las mayorías?
Nada de ello merecería mayor comentario si no fuera porque tengo la convicción de que detrás de esta búsqueda implícita de la unanimidad subyacen resabios de una mentalidad poco funcional al sano desenvolvimiento democrático. En efecto, aspirar a que la oposición apruebe las politícas del gobierno presume que el gobierno tiene una verdad absoluta, que debería ser autoevidente para todos y quienes no la comparten merecen las penas del infierno. Sin embargo, la verdad es que si bien conviene que haya acuerdos respecto de las reglas de procedimientos , incluso respecto de ciertos objetivos y bienes deseables, lo logico es que existan discrepancias profundas, legítimas e incluso deseables, respecto de los distintos medios posibles para alcanzar ese bien común.
Si hubiera que buscar la raíz intelectual de esta "cultura de la unanimidad", el hilo conductor nos llevaría a Rousseau y a su concepto de la "voluntad general", que se erige como una suerte de Leviatán, que representa la verdad y el bien absolutos , y que , en consecuencia, no tiene limitaciones y puede interferir en todos lo aspectos de la vida de los ciudadanos.
Pero en la historia de las democracias occidentales sebemos que existe una diferencia entre el"gobierno del pueblo" y la libertad; que siempre existe el peligro de las tiranía de las mayorias, y que el despotismo potencial de los sentimientos y opiniones prevalecientes esta siempre al acecho. Es mas es principio del Liberalismo el que ningun poder, incluso el emanado del pueblo, puede ser absoluto ni interferir en los derechos y la libertad de las personas.
Esto por cierto, no quiere decir, aunque a la oposición no le guste, que el gobierno no pueda gobernar por mayoría.L o importante es tener claro que toda decisión de las mayorías es una limitación del ejercicio de los derechos individuales. Esto exige delimitar en forma restrictiva aquellos temas que pueden quedar sujetos al veredicto de la colectividad y estableces cuáles son los espacios que bajo ningún concepto pueden ser intervenidos por los gobiernos.
La pregunta clave es :¿Cómo controlo la capacidad de daño que para mi libertad tiene la accio´n de la mayoría?. Simplemente a través de la definición de un conjunto de derechos individuales que ninguna legislación puede coartar. Esto incluye la preervación de ciertas áreas de la vida personal que no pueden quedar sujetas a las decisiones mayoritarias. perdamos entonces el temor al ejercicio del poder de las mayorias, pero tengamos conciencia de la importancia de circunscribir los ámbitos en que ellas pueden operar. Pero perdamos también el temor a la diversidad, la discrepancia y al conflicto que son inherentes a la vida en libertad. En suma, dejemos que el gobierno gobierne y que la oposición cumpla, sin complejos y sin culpa, con su deber de oponer alternativas distintas que sean coherentes con su propio ideario y filosofía.
2 comentarios:
que fome todo esto que escribiste.
pero si tambien tengo fotos y monitos para ke usted se pueda entretener.
mañana es el show de barney en el parque arauco.
jajajajajajaaja.
Publicar un comentario